“El Club de los desahuciados”, así la conoceremos
en México y es la última producción de Jean-Marc Vallée, un director que no goza
de renombre pero cuya filmografía incluye “Young Victoria” y “Café de Flore”
con Vanessa Paradis. Sus cintas son de un tono melancólico y no sorprende que
ésta, su obra más conocida lleve éste sentimiento al extremo, incluso en las
escenas más benevolentes.
Basada en la vida de Ron Woodroof, un
electricista y eventual vaquero de rodeo en Dallas de los 80, bebedor,
mujeriego, machista, homofóbico y drogadicto, quien al enterarse de que tiene
sida y sólo 30 días de vida comienza a consumir AZT, una droga que en su
principio fue experimental y posteriormente es aprobada por la Administración
de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, pero la medicina más que curarlo
está matándolo más rápido, lo que hace que recurra a medicina experimental que
mezcla lo natural con sustancias menos tóxicas, con sorprendentes resultados.
Es una historia que comienza como un acto de
supervivencia y poco a poco se torna en un acto de justicia y lucha en contra
de la ignorancia, en la que él al principio jugó el papel de victimario para
después convertirse en la victima que no se va a quedar en un rincón esperando
el final.
Mucho se ha dicho de los cambios físicos que
experimentaron Matthew McConaughey y Jared
Leto, quienes bajaron 23 y 14 kg respectivamente para interpretar los papeles
principales; y aunque muchas veces éstas transformaciones físicas son el simple
pretexto para destacar la habilidad histriónica de algún actor, en éste caso
las nominaciones a las que han sido acreedores incluyendo los Globos de Oro
(ambos ganadores), los Critics’ Choice Awards (ambos ganadores) y los premios
de la Academia, en los que igualmente son favoritos en sus respectivas
categorías; son completamente justificadas.
McConaughey realmente sorprende con su
actuación, lleva de la manera más convincente el protagónico y demuestra ser
más que capaz de hacer papeles dramáticos, cosa nada fácil para un actor
encasillado en comedias románticas, cuerpo perfecto y pose de galán; logra esa
relación odio-compasión-cariño hacia el protagónico que hace que toda la
película estemos realmente pendientes y preocupados por lo que podrá pasarle
después, en ésta ola de desventuras.
Jared Leto no se quiere quedar atrás y entrega
una de las mejores actuaciones de su carrera dando vida al travesti enfermo de
sida que acompañará a Woodroof en ésta historia. Si este no es un wake up call
para Leto de que lo suyo es realmente la actuación y no andar de rockstar, no
sé qué pueda ser.
Sí, historia dramática sobre un enfermo de
sida, con actores que cambiaron de manera radical para sus papeles es uno de
los combos más ganadores para hacerse acreedor a al menos una nominación de la
Academia, pero en ésta ocasión la sobrevaloración no es injustificada, y creo
es una de las mejores películas que veremos en México en éste 2014.
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