En México presentada como “El Gigante Egoísta”,
es una película británica inspirada en la historia del mismo nombre escrita por
Oscar Wilde.
Un drama que sobresale de los acostumbrados
blockbusters, un drama que logra una gran empatía, entendimiento y visión sobre
la condición humana, que afecta a todos, sin importar de dónde vengan. Clio
Barnard, la directora, plasma con una gran belleza la historia de Arbor y
Swifty, dos niños desadaptados, tanto en la escuela, como en sus hogares y
barrio, que únicamente se tienen el uno al otro y se entienden perfectamente
porque a pesar de su corta edad son el soporte económico y emocional de sus respectivas
madres.
Sin caer en las complacencias ni el melodrama
barato, es una gran interpretación del clásico cuento de Oscar Wilde, Arbor es
un niño con hiperactividad, lo que lo lleva a siempre meterse en problemas y
Swifty es retraído y no le gusta meterse
en problemas, en los que normalmente termina gracias a la compañía de Arbor; juntos
descubren que vender chatarra es un buen negocio, específicamente cables de
cobre, entonces comienzan a robarlos y a venderlos a Kitten, quien les renta su
carreta y caballo para que hagan su labor, pero la facilidad de Swifty para
controlar al caballo, su participación como jinete en las carreras que organiza
Kitten y la preferencia que éste le muestra, hacen que Arbor comience a sentir
celos de su amigo, teniendo inimaginables consecuencias para todos.
Ésta película formó parte de la pasada Muestra
de la Cineteca Nacional, y ahora llega a unas cuantas salas comerciales, y es
una gran recomendación para salir de la rutina y apreciar una visión distinta y
destacable sobre cómo contar historias.
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