La particularidad no siempre es celebrada, normalmente
quienes se apartan de las convenciones establecidas, ya sea por una sociedad o
por el mismo núcleo familiar terminan sufriendo y apartándose del mismo.
Para Xavier Dolan, ésta es una constante en sus historias, y
en “No es más que el fin del mundo” nos muestra un día en la vida de Louis-Jean
Knipper (Gaspard Ulliel), al visitar a su familia, después de 12 años de
ausencia.
Basada en la obra teatral del mismo nombre, escrita por Jean-Luc
Lagarce, narra cómo Louis viaja a su hogar para anunciar su muerte, pero su
familia al no conocer ésta situación, tiene un plan completamente distinto para
la visita.
Con una estética teatral, Dolan nuevamente muestra el núcleo
familiar no como el soporte que necesita el protagonista de su historia, sino
como la causa del problema. Con actuaciones impecables y un cast inmejorable
con las estrellas más populares del cine francés en occidente, es una historia
que no se interesa en maquillar la dureza de la que es capaz el ser humano que
se encuentra tan inmerso en su propio dolor que es por completo incapaz de
verlo en la persona de a lado, ni aún siendo su propia familia.
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