Es complicado hacer segundas partes y sobre todo de una película como Deadpool que resultó ser diferente de las acostumbradas películas de súper héroes y lamentablemente en ésta entrega ese sentimiento de novedad se pierde.
Wade ya tiene una vida plena, lucha contra el mal a nivel internacional y tiene una relación con Vanessa que esta a punto de pasar al siguiente nivel, pero no todo es feliz ni perfecto y de pronto la vida de Wade se transforma por completo y tiene que salvar a un joven mutante llamado Russell con ayuda de un singular equipo llamado Fuerza X.
Al verla lo único que podía pensar es que aún no estaba completa, que la mayoría de los chistes son más forzados y pocas veces es tan inteligente o chistosa como la primera.
Ryan Reynolds pierde mucha simpatía en esta entrega, los personajes ya no son entrañables y hay muy pocos momentos memorables, como el mini cameo de Brad Pitt, Bill Skårsgard como un mutante que vomita ácido, Matt Damon como un redneck gordo, cuando salen todos los mutantes de Hombres X o Domino, una nueva mutante con un súper poder que me encantaría tener, buena suerte.
Es una película que vale más por sus escenas post créditos, cameos y referencias que por su historia o los personajes principales y es una lástima, porque esa irreverencia en películas tan comerciales hacía falta.
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